Ubicado en el Altiplano central mexicano a 2 220 metros sobre el nivel del mar, el municipio de Tepetitla de Lardizábal se sitúa en un eje de coordenadas geográficas entre los 19 grados 16 minutos 00 segundos latitud norte y 98 grados 22 minutos 55 segundos longitud oeste.

Localizado en el sur del estado, el municipio de Tepetitla colinda al norte con el municipio de Ixtacuixtla de Mariano Matamoros; al sur colinda con el estado de Puebla, al oriente con el municipio de Natívitas, y el poniente con el estado de Puebla.

El territorio que hoy ocupa el municipio de Tepetitla de Lardizábal, contó con asentamientos prehispánicos durante la fase Olmeca-Xicalanca.

De los mapas elaborados por Angel García Cook y Leonor Merino Carrión que contienen a la ciudad de Cacaxtla, pueblos y villas, ninguno aparece en el territorio que hoy ocupa el municipio de Tepetitla de Lardizábal, por lo que suponemos que los asentamientos que se ubicaron en este espacio, debieron ser aldeas o estancias con población rural, pues una de las características fue la dispersión de la población que se ubicó cerca de sus cultivos, bien de forma permanente, o temporal, con el objeto de preparar la tierra y cosechar la producción.

En general se considera que las técnicas y sistemas de cultivo eran las ya conocidas en la región desde las fases Texoloc del Valle y Tezoquipan del Valle, pues en esta región sur de Tlaxcala los terrenos cuentan con un nivel freático muy superficial, pues a los lados del Bloque Nativitas, pasan los ríos Atoyac y Zahuapan, lo que permitió el desarrollo de sistemas de riego en las partes bajas, como de temporal en laderas y partes altas.

Las comunidades olmecas-xicalancas tuvieron un florecimiento de 200 años, que van del año 650 al año 850. Para el año 900 Cacaxtla y los demás poblados declinan ante el arribo y empuje de nuevos grupos que se asientan en la región, fundamentalmente toltecas-chichimecas que sacan del marasmo a los poblamientos más tradicionales de Tlaxcala, dando origen a la cultura o fase Texcalac.

Los grupos olmecas-xicalancas son expulsados de la región hacia el sur y el noroeste. En este último punto, hacia Zacatlán o para el siglo XII los olmecas-xicalancas han desaparecido totalmente del Bloque Nativitas, quedando el área casi deshabitada. Durante la fase Tlaxcala, cuando se consolidan los señoríos que conocerán los españoles en 1519, el Bloque Nativitas y Tepetitla se convierten en una tierra de nadie, que sirve de frontera entre los señoríos de Tlaxcala, por un lado, y por el otro de las Cholula y Huejotzingo.

Sin embargo al final de la fase Tlaxcala existe un aumento demográfico de los asentamientos tlaxcaltecas pues, como sugiere Gibson, la expansión de tlaxcaltecas de habla náhuatl pudo haber sido más o menos pacífico hacia tierras habitadas por olmecas-xicalancas, zacatecas u otomíes, sólo que no es documentable en base a referencias a textos contemporáneos. Esto explicaría la subsistencia hasta hoy, de poblaciones de habla náhuatl en Tepetitla.

No se tiene información que indique la dimensión y nombre de los asentamientos de habla náhuatl en Tepetitla durante la conquista española y la participación de éstos, si la hubo, en los descubrimientos y pacificación que emprendieron los españoles con sus aliados tlaxcaltecas.

Aún no se ha encontrado referencias bibliográficas que precisen la fecha de la fundación de Tepetitla, a excepción de una muy general en la obra "Los Municipios de Tlaxcala", donde se sitúa el nacimiento de ésta población en la época colonial.

Sin embargo es muy probable que la población de Tepetitla pudo haberse formado como consecuencia del proceso de congregación de asentamientos indígenas que se llevó a cabo en Tlaxcala, por la crisis demográfica que empezó a manifestarse desde la segunda mitad del siglo XVI.

Desde fines del siglo XVI y parte del XVII, Tlaxcala se vio inmersa en una profunda crisis demográfica, como consecuencia de la participación de sus guerreros en la conquista de Tenochtitlán y en las numerosas guerras de descubrimientos y pacificación que realizaron acompañando a los españoles.

En las empresas de descubrimiento y pacificación, varios tlaxcaltecas ya no retornaron a su provincia, quedándose a vivir en Guatemala, Honduras y El Salvador en Centroamérica, o bien en regiones del occidente y noroeste de México, además del sur de los Estados Unidos.

La crisis demográfica por la emigración se acentuó con las enfermedades traídas por los europeos, a los que no eran inmunes los indígenas, causando decesos por epidemias como la viruela, el sarampión o la peste.

Para fines del siglo XVI, Tlaxcala vio reducida su población en un 85%, con relación a la que existía en los 21 señoríos a la llegada de los españoles en 1519.

Las autoridades virreinales que ya observaban el fenómeno, intentaron en 1560 propiciar "congregaciones" de poblaciones en las que había disminuido fuertemente su población, pero el Cabildo de la ciudad de Tlaxcala, apoyado por los franciscanos, se opuso alegando que el reacomodo de espacios afectados podría afectar los privilegios de las cabeceras señoriales respecto a los pueblos. Sentían que la intromisión de la autoridad virreinal modificaría la jurisdicción establecida entre cabeceras de doctrina e iglesia de visita.

Pero la oposición de estas dos corporaciones no detuvo el despoblamiento, por lo que muchas tierras de labor iban quedando ociosas, con el consiguiente descenso de la producción agropecuaria y la aparición de hambrunas, que acentuaron la crisis demográfica. El Cabildo indígena trató de revertir el proceso mediante la compra de instrumentos de labranza, así como organizando la mano de obra para que trabajaran en común las tierras ociosas, incluso llegó al extremo de llevar a pastar rebaños de ovejas en las tierras enmontadas.

Los esfuerzos fueron en vano. Las autoridades virreinales llevaron a cabo el proceso de congregación, el cual se había postergado por décadas en Tlaxcala. Es muy probable que tanto Tepetitla como Ayecac hayan surgido como congregaciones de asentamientos menores o muy disminuidas.

El investigador Wolfgang Trautmann de la Fundación Alemana para la Investigación Científica, indica que para 1626 ya existía la población de "Tepetitlan" hoy Tepetitla. Este mismo investigador, señala que para 1791 Tepetitla era un pueblo habitado por españoles, negros y mezclas.

Existe un último dato el cual indica que la penetración española no pudo ser evitada por el Cabildo indígena, y ello porque siempre se consideró a Tlaxcala como una provincia realenga, cuestión comprobada cuando la disposición virreinal permitió que las tierras ociosas fueran ocupadas por los españoles. Esta ocupación se había de realizar, primero a través de mercedes, y posteriormente por un mercado de tierras que se desarrolló a lo largo de los siglos XVII y XVIII.

En los años inmediatos a la conquista, dos procesos de hispanización van a entretejerse de manera paralela. La organización política de la provincia a través del Cabildo indígena de la ciudad de Tlaxcala, y la evangelización. El primero estará a cargo de la nobleza de Ocotelulco y Tizatlán, incorporando más tarde a la de Tepeticpac y Quiahuixtlán, quienes relegan a segundo término a los señoríos restantes; el segundo proceso estuvo a cargo de la orden de los franciscanos. Ambas corporaciones, la nobleza y los religiosos, establecieron una alianza para conducir el proceso montándolo sobre la organización política de los señoríos.

Por lo que se refiere a la organización política, a fines del siglo XVI la nobleza indígena de los "cuatro señoríos centrales", se concentra en la ciudad de Tlaxcala debilitándose los lazos de control que ejercían las antiguas sedes señoriales, sobre los pueblos sujetos, surgiendo ciertos reclamos de autonomía, por lo que el Cabildo decide hacia 1590, establecer cuatro alcaldías provinciales que substituyen a los cuatro antiguos señoríos. De esta manera Huamantla asume el control de los poblados que pertenecían a Tizatlán; Tepeyanco los de Ocotelulco; Atlangatepec recibe los de Quiahuixtlán y Hueyotlipan los que dependían de Quiahuixtlán, quedando Tepetitla bajo la égida de Hueyotlipan.

Estos alcaldes residieron en principio en la ciudad de Tlaxcala, pero hacia 1616 el Cabildo dispuso que pasarán a establecerse en su respectivas sedes. Sobre la organización civil se montó la organización diocesana, estableciendo en cada una de las cuatro cabeceras provinciales un monasterio con su iglesia de doctrina, de donde dependían las ermitas o iglesias de visita.

Esta descentralización política y religiosa se acentuó más con la construcción de otras sedes conventuales en Ixtacuixtla, Chiautempan y Atlihuetzía. Es muy probable que la iglesia de visita de Tepetitla haya pasado a depender del convento de Ixtacuixtla.

La secularización de la iglesia que emprendió el obispo Palafox y Mendoza y otros procesos sociales que se presentaron a lo largo de los siglos XVII y XVIII, modificaron la organización política. Al final del periodo colonial la gubernatura de Tlaxcala estaba organizada en siete tenientazgos: Tlaxcala, Ixtacuixtla, Huamantla, Natívitas, Chiautempan, Tlaxco y Apizaco. Tepetitla dependía del tenientazgo de Ixtacuixtla. La vida apacible de Tepetitla a fines de la Colonia fue interrumpida por los acontecimientos de la península Ibérica en 1808, cuando la metrópoli colonial fue invadida por el emperador Napoleón Bonaparte. En 1909 la Junta Central Gubernativa de España e Indias, convocada por Fernando VII, emitió la convocatoria para nombrar diputados que deberían representar a los reinos de América en España. No obstante que Tlaxcala condenó la ocupación francesa de España e hizo saber a las autoridades virreinales su lealtad a la Corona, no fue convocada. El Ayuntamiento de Tlaxcala exigió participar en la representación novohispana invocando sus antiguos privilegios.

A mediados del año de la convocatoria se accedía a la solicitud tlaxcalteca. En consecuencia la provincia elegía el 22 de julio a Don Manuel de Lardizábal y Uribe y a Don José Miguel Guridi y Alcocer, originarios del partido de Ixtacuixtla, al que pertenecía por esa época la población de Tepetitla.

El movimiento de Independencia encabezado por Don Miguel Hidalgo y Costilla, no contó con la simpatía de las autoridades tlaxcaltecas. Sin embargo entre la población había un vivo sentimiento de adhesión a la campanada libertaria del 15 de septiembre de 1810, dada por el rector del colegio de San Nicolás de la Intendencia de Valladolid. Este sentimiento de adhesión se iba a manifestar con mayor vigor, cuando los poblados pertenecientes a Ixtacuixtla, conocieron que uno de sus hijos más destacados, el sacerdote Don Mariano Matamoros, recogía en sus manos la estafeta del estratega Xicohténcatl Axayacatzin, incorporando a muchos tlaxcaltecas en la lucha por la Independencia Nacional y en contra de la opresión española. Otras más se incorporarían a las guerrillas insurgentes que comandaban en Tlaxcala Don J. Francisco Osorno, Don Miguel Serrano, Don Antonio Arroyo y Don Vicente Gómez, quienes enfrentaron a los huestes españoles del realista Concha.

Después de muchos avatares, Don Nicolás Bravo hace su entrada a la ciudad de Tlaxcala el domingo de ramos de 1821, obteniendo la adhesión de la población a la Independencia de México. Tepetitla recibió con júbilo este acontecimiento, así como la formación del ejército Trigarante y el Plan de Iguala, que unificaba a los criollos que habían luchado contra la Independencia encabezados por Agustín de Iturbide, y los insurgentes que comandaba Don Vicente Guerrero.

A la consumación de la Independencia, nuevamente iba a brillar en los foros legislativos y parlamentarios, la gran tradición intelectual de Ixtacuixtla, pues la provincia de Tlaxcala elige a uno de sus hijos más ilustres el Dr. José Miguel Guridi y Alcocer, oriundo de la misma, como su diputado a la Junta Provisional Gubernativa, que tenía como objetivo la organización administrativa del nuevo país.

Este personaje, conjuntamente con Don Miguel de Lardizábal y Uribe, habían representado dignamente a Tlaxcala en las cortes de Cádiz. Ahora sobre los hombros de Don Miguel Guridi y Alcocer, iba a recaer no sólo la enorme responsabilidad de enfrentar las presiones de las fuerzas reaccionarias que, a través del sargento Pío Marcha, iban a secuestrar la representación popular en manos del efímero imperio de Agustín de Iturbide, sino la lucha tremenda contra las viejas pretensiones de los terratenientes y del clero poblano, empeñado en engullirse a Tlaxcala, durante la primera República Federal.

Desafortunadamente la división interna de los Ayuntamientos de Tlaxcala, en la que varios de ellos se manifestaron proclives a la anexión, limitó los esfuerzos de Don Miguel Guridi y Alcocer, y del Ayuntamiento de Tlaxcala que encabezaba Don Joaquín de las Piedras y otros Ayuntamientos leales, quedando Tlaxcala reconocido como territorio de la Unión, es decir, no obtuvo la condición de estado libre y soberano, pero tampoco fue parte del estado de Puebla, frustrando las pretensiones de hacendados y clericales.

La consumación de la Independencia y la organización de la primera República Federal, no trajeron cambios sustanciales en la vida de Tepetitla. No se conocen acontecimientos sustanciales que hayan ocurrido en la región durante la lucha entre centralistas y federalistas que se dio a lo largo del territorio nacional; únicamente se tiene referencia que durante la segunda República Federal, nuevamente Puebla intentó anexarse a Tlaxcala.

La totalidad de los ayuntamientos de Tlaxcala protestaron por la pretensión poblana, incluso los pueblos de San Mateo Riseve y Tepetitla, enviaron una representación al Congreso Constituyente, donde manifestaba lo siguiente:

"Señor: Los que ésta suscribimos, por sí, y a nombre de los demás ciudadanos del pueblo de San Mateo Ayecac y Tepetitla, del Territorio de Tlaxcala, ante V. Soberanía respetuosamente exponemos que por el periódico titulado Siglo XIX, hemos visto, con no muy poco asombro, la iniciativa del honorable congreso de Puebla para que el Territorio de Tlaxcala sea agregado".

"No nos causa sorpresa, señor, el que aquella legislatura pida su engrandecimiento, porque está en su deber; pero sí nos admira bastante, que ésta lo solicite con perjuicio de más de noventa mil almas de que se compone este Territorio, el que siempre ha mantenido el rango de provincia separada, por cédulas, concesiones y privilegios con que ha sido considerada como una de las antiguas en la República".

"Por más que se quiera decir que este Territorio no cuenta con los elementos necesarios para mantenerse en la libertad en que se encuentra, si atiende con imparcialidad, basta decir que en él se enumeran multitud de pueblos con magníficos templos y edificios bien formados, número considerable de fincas feraces y de gran extensión, que producen no sólo lo necesario para su consumo, sino que abastecen abundantemente a Puebla y otros lugares; y en fin, muchos y muy buenos ganados, excelentes pulques, insignes maderas, benignas aguas y muy saludables temperaturas. Desde algunos años atrás se trata de la ruina de Tlaxcala, queriéndola agregar al Estado de Puebla, tomándose por pretexto que no cuenta con recursos para mantener el rango de Territorio; y este error es el dardo que se lanza contra él con más vigor, porque es lo que más cuadra a los intereses de los que no se han propuesto otro norte que conveniencia particular, con notorio agravio del bien general. Razones más poderosas y convincentes se han expuesto a la Soberanía nacional, en las diversas épocas en que se ha tratado de la agregación de Tlaxcala a Puebla, y tanto más si se tiene presente aquel sabio discurso que pronunció el representante de Tlaxcala, Dr. Miguel Guridi y Alcocer en la discusión del artículo del acta constitutiva en el año de 1824, pues en él se ve bien probada la justicia que asiste a Tlaxcala para ser independiente del Estado de Puebla".

"Por último, señor, no siendo la voluntad de los pueblos vivir ni por un sólo momento bajo el dominio de Puebla, al que representa le alimenta la esperanza de que los dignos representantes de la nación no llevan por objeto la esclavitud de los pueblos, sino antes bien la conservación de su libertad, y acariciándolos como padre benigno, permite se acerquen al solio de su Soberanía para escuchar las súplicas que en justicia le dirigen, pidiéndole rendidos se digne otorgar la ley orgánica de que tanto necesita el Territorio, recibiendo con esto un beneficio, por el cual retribuirán sin cesar las debidas gracias a V. Soberanía".

"San Mateo Ayecac, abril 18 de 1849. Por el mismo pueblo, Ambrosio Méndez, Sebastián Pérez, Ignacio Pulido, José María Ramírez, José Toribio Bautista Ojeda, Gregorio Hernández, José María González, José Francisco Mesa, Juan N. Ramírez Tepetitla, José Anacleto Pérez, José Hilario Pérez, José Hilario Ramírez, José de la Luz Ramírez, José de Jesús Hernández".

Como consecuencia de la unidad de los ayuntamientos y pueblos de Tlaxcala, el Congreso expidió la ley del 7 de septiembre de 1849, otorgando más facultades a la administración de Tlaxcala.

El regreso de Antonio López de Santa Anna a la presidencia de la República fue breve pero lastimoso para la vida nacional. Afortunadamente Don Juan Alvarez e Ignacio Comonfort, proclaman el Plan de Ayutla, reformándolo en Acapulco, por medio del cual varios estados se rebelan derrocando al dictador veracruzano concluyendo con el paréntesis centralista, y volviendo al federalismo.

Tepetitla siguió con interés la adhesión del Ayuntamiento de Tlaxcala al Plan de Ayutla, así como los acontecimientos que se desencadenaron posteriormente, reorganizando la administración del territorio, y gestionando ante el Congreso Constituyente la erección de Tlaxcala como Estado Libre y Soberano de la Federación. Los pueblos del municipio de Ixtacuixtla, entre ellos Tepetitla, que habían tenido en Miguel de Lardizábal y en Guridi y Alcocer sus máximos legisladores y defensores de la autonomía de Tlaxcala, recibieron con entusiasmo la aprobación del dictamen que en primera lectura eregía a Tlaxcala en estado libre y soberano del Congreso Constituyente. La sesión se realizó el 9 de diciembre de 1856. El 5 de febrero de 1857 se promulga la Constitución, conteniendo en su artículo el dictamen de referencia.

La inconsistencia de Comonfort y la presión de grupos reaccionarios, desencadenaron lo que se conoce como "La Guerra de Tres Años", donde tuvo una destacada participación el tlaxcalteca Antonio Carvajal.

La suspensión del pago de la deuda pública fue el pretexto para que la Francia de Napoleón III interviniera con contingentes militares en México, y posteriormente se apoyara al imperio de Maximiliano de Habsburgo, imperio que concluiría en el Cerro de las Campanas, adyacente a la ciudad de Querétaro. Algunos de los ciudadanos de Tepetitla se incorporaron a la lucha contra la intervención francesa y el Imperio de Maximiliano.

Durante los últimos años de la administración del presidente Benito Juárez, se inauguró el tramo del ferrocarril entre la ciudad de México y Puebla y durante la administración de Lerdo, el de México a Veracruz, pasando por varias poblaciones de Tlaxcala, sentándose las bases para su desarrollo. Tepetitla se beneficio pues la nueva vía propició el desarrollo de la producción pulquera de la región, que encontró en el ferrocarril el medio para llegar rápidamente al mercado de la ciudad de México. La reelección de Don Sebastián Lerdo de Tejada, fue el pretexto del general Porfirio Díaz, viejo aspirante a la presidencia de la República, para rebelarse contra el gobierno del veracruzano, mediante el Plan de Tuxtepec, inaugurando un largo periodo de paz con represión y progreso para los terratenientes, empresarios y banqueros.

No existen aún indicios de que vecinos de Tepetitla hayan participado en la organización de la rebelión que jefaturó Juan Cuamatzi. Pero a la muerte del líder revolucionario, ocurrida el 26 de febrero de 1911, los vecinos reaccionaron violentamente organizando varios grupos armados, que sostuvieron un enfrentamiento con fuerzas federales al mando del Teniente Coronel Cruz Guerrero los días 9, 10 y 11 de marzo, en los cerros de Ixtacuixtla y en las barrancas de Tetlanohcan. Es muy probable que vecinos de Tepetitla se hayan sumado a las fuerzas revolucionarias, atacando las fincas de Ixtacuixtla y Tepetitla, llevándose armas, caballos, y otros bienes que se requerían para la lucha armada.

Para el 21 de mayo de 1911 se firmaban los tratados de paz en Ciudad Juárez, Chihuahua, y como consecuencia renunciaría el general Porfirio Díaz a la presidencia de la República, así, como la del coronel Próspero Cahuantzi a la gubernatura de Tlaxcala. Por cierto que Próspero Cahuantzi primero pidió licencia, intentando dejar de gobernador al hacendado Diego L. Kennedy, dueño de la finca Atoyac, con quien habían tenido dificultades los habitantes de Tepetitla.

Durante la usurpación huertista, las fuerzas constitucionalistas realizaron varios ataques a las fuerzas federales en puntos cercanos a Tepetitla, como fue el enfrentamiento del 11 de junio de 1914 en Ixtacuixtla y los asaltos a los ranchos de Cuauhtla y San Cristóbal, lanzándose al día siguiente contra San Juan Ixtimaco y la hacienda "La Blanca", concentrándose en Santa Cruz y el Rancho de San Manuel.

Ante el empuje de las fuerzas constitucionalistas, el general Victoriano Huerta renunció al puesto que ocupaba ilegítimamente, el 15 de julio de 1914, saliendo del país. En Tlaxcala hizo lo mismo el gobernador Rafael Cuéllar.

El triunfo de los constitucionalistas no trajo la paz inmediata al país. Las fuerzas revolucionarias se dividieron y con ello devino la lucha de facciones, que también involucró a los revolucionarios de Tlaxcala. Máximo Rojas siguió leal al grupo constitucionalista, mientras que Pedro Morales y Domingo Arenas se afiliaron al gobierno emanado de la Convención de Aguascalientes.

En 1916 se hace cargo de la gubernatura de Tlaxcala el coronel Antonio M. Machorro, quien en un informe que rinde a la Secretaría de Gobernación el 16 de agosto de ese año, se duele de que no ha podido dar seguridad a los habitantes de Tepetitla, Ixtacuixtla, Calpulalpan, Hueyotlipan, Españita y Xaltocan, porque "continuamente merodean partidas de reaccionarios en número más o menos considerable". Seguramente se refería las fuerzas zapatistas de Domingo Arenas, antes de que regresara a las filas del constitucionalismo.

Con el deseo de que el país fuera incorporándose a la normalidad, Don Venustiano Carranza expide el decreto del 12 de julio de 1916, por medio del cual se convoca a elecciones de ayuntamientos en todo el país. En el caso de Tlaxcala, el gobernador Carlos M. Machorro, informó que éstas no se realizaron en Tepetitla, Totolac, Atlangatepec, Tetlatlahuca, Españita, Tepeyanco y Xaltocan.

El 19 de septiembre de 1917, Venustiano Carranza da un paso trascendente al convocar el Congreso Constituyente que promulgó la Constitución que nos rige desde el 5 de febrero de 1917. Tlaxcala envió tres diputados a este Congreso, quedando Tepetitla incluida en el tercer distrito electoral, conjuntamente con Calpulalpan, Españita, Hueyotlipan, Ixtacuixtla, Natívitas, Tetlatlahuca, Tlaxco y Atlangatepec.